Estábamos sentados en el salón de actos de la Casa de Canarias, a media luz - como el tango - cuando de pronto se encontraron dos poetas amigos, el tinerfeño Fermín Higuera y Miguel Losada. Parecía no estar preparado, o que no esperaban encontrarnos, así que como quien elude la existencia de público, y se toma una copa con un recién reencontrado compañero de artes, los dos escritores comenzaron a dialogar sobre su obra. Porque la poesía es generosidad como las conversaciones, pues se da al otro todo lo que uno es sin presupuesto previo ni factura, la amistad poética fue enlazando lecturas de ambos y disertaciones sobre temas que hicieron agua los oídos de los asistentes, como metáfora culinaria.
Miguel Losada, al que se le notaba una gran experiencia como activista cultural, explicó la distinta sensorialidad de la obra de ambos; Fermín es un poeta isleño y por tanto más de tierra, de fuego, de volcán; mientras que declaró de su propia poesía cierta humedad gallega, cierto Atlántico distinto al de su compañero. Además trataron de descubrir la relación entre el Fermín Higuera pianista y el poeta, y como la simbiosis no era una intoxicación en ambas facetas, sino una magnífica convivencia no invasiva pero tampoco indiferente. Un gran diálogo de versos y confesiones a media voz que desnudaron para el público a ambos artistas.
Entre las obras leídas por el canario, destacamos el “Ciclo del Interprete”, en el que el poeta se adentra por primera vez con su poesía de lleno en su faceta musical, e intenta, como otros poetas con la pintura o la escultura, desgranar y describir las sensaciones y detalles del pianista frente al instrumento y a su obra. Con una gran ligereza – que él mismo relacionó con la que tienen las manos de un pianista al mover un pesado entramado de teclas y martillos – y con un sonido a modo de caracola marina, Fermín Higuera nos introdujo a todos en sus horas de profesor y concertista. Poesía en la Música, Música Poética en los oídos con un dominio del lenguaje y un gran concierto de sonoridad y ritmo.
Miguel Losada abrió su cuaderno reciclado – que a quien escribe le produjo interés desde el primer instante al verlo desde la más cercana silla – y nos leyó poemas de "la montaña roja", versos inspirados en una playa de Tenerife en uno largo viaje, siempre en barco y solo, por las Islas. Nos sorprendió a mitad de la lectura con un genial poema romántico, lejos, a infinita distancia, de lo redicho, y al que todos los asistentes defenderíamos ante las manos asesinas y críticas de un autor a punto de rasgar el folio. A continuación un poema nacido tras las lecturas de autores portugueses fue finalizado con un verso de esos que se te quedan eternamente en el oído como un mantra poético que repetir. Al igual que Ada Salas en la anterior sesión del ciclo, Miguel defendió la dificultad de conseguir la tristeza en la poesía, no la emoción burda, sino la tristeza pura, ante cuya afirmación nos regaló la lectura de un poema de su libro "el bosque azul" que demostró ser un magnífico ejemplo de lo expuesto.
El Ciclo de poesía de la Casa de Canarias, "Atlántica Poética", continúa danto generosos frutos como esta gran velada, y el próximo 17 de diciembre nos traerá a Nicolás Melini y Ernesto Pérez Zúñiga. Además del magnífico desarrollo que está teniendo, la proyección y divulgación de la actividad, entre prensa digital y portales literarios es de agradecer, hasta el punto que el programa "Página 2" ha decidido recomendarlo en su agenda cultural al emitirse en TVE2 los domingos por la tarde.
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